Un jefe de mantenimiento es la persona responsable de que todo funcione correctamente en la empresa. Desde la fábrica, con maquinaria que debe controlarse y en ocasiones repararse, hasta un hotel, donde una de las infraestructuras que más problemas puede provocar son las tuberías.
Por este motivo, hoy queremos mostrar las cinco claves que nos ayudarán en esta tarea, que se caracteriza por aunar la planificación con los imprevistos. Por eso, nunca está de más contar con la ayuda de especialistas en saneamiento de aguas, que nos asesoren en el proceso.
Responsabilidad de un jefe de mantenimiento
Las tareas a realizar por un jefe de mantenimiento son diversas y todas ellas esenciales para el correcto funcionamiento del servicio. No solo debe atender a las necesidades de conservación o reparación que le son propias, también debe ajustarse a los presupuestos que pone a su disposición la dirección y coordinar a su equipo para que todos sepan qué hacer, cuándo hacerlo y cómo.
Pero además, en este trabajo la prevención es esencial, una avería en las tuberías puede darse de forma repentina, pero un buen plan de contingencia ayuda a minimizar el riesgo. Por supuesto, las tareas de mantenimiento deben tener en cuenta posibles imprevistos y una parte del presupuesto económico necesita reflejar esta posibilidad. Más vale prevenir y contar con estos posibles gastos, aunque no se produzcan.
Preocuparse no, ocuparse
El trabajo de mantenimiento en cualquier sector de actividad, por ejemplo en un gran hotel de cinco estrellas, puede suponer un elevado nivel de estrés. Por un lado, debemos coordinar a nuestro equipo y al resto del personal, de las otras secciones de la empresa, que debe conocer nuestros planes, para evitar incidencias en la medida de lo posible. Esto puede llevarnos a preocuparnos en exceso y por eso, vamos a ofrecer una primera clave que ayudará a evitar esta situación.
Para solventar problemas sin que afecte a nuestra salud, la prevención es el pilar fundamental, como demuestra Lourival Augusto Tavares. Tareas tan simples como una revisión periódica de las redes de saneamiento, pueden suponer la diferencia entre un pequeño problema o uno grande. Invertir en revisar las instalaciones es más barato que arreglarlas y más cuando se trata de estructuras que tienen un uso elevado, como podría ser el caso de un hotel.
El mantenimiento preventivo de las tuberías
Las tuberías son las arterias de cualquier edificio y que estén en perfecto estado es importante, no solo por higiene, también para evitar males mayores. El mantenimiento preventivo se ha convertido por este motivo en la segunda clave que el responsable de mantenimiento debe tener en cuenta.
Así, los materiales utilizados, el tipo de construcción o elementos externos que puedan afectar a nuestras instalaciones y deben ser revisados de forma adecuada y por especialistas en este tipo de labores.
Los tipos de averías que pueden darse son variados, pero los más habituales pueden ser debidos a fugas, obstrucciones, desgaste mecánico, grietas o deformación, entre otros. Las variables son tantas y de tal diversidad, que una inspección debe ser planificada con sumo cuidado.
No olvidemos documentar nuestros trabajos, porque de esta forma podremos ver la evolución y detectar posibles errores. El objetivo es conseguir un mantenimiento preventivo adecuado que evite, en la medida de lo posible, averías de mayor gravedad.
Control diario o mensual, cuestión de prioridades
Como hemos visto hasta ahora, existen diversas preocupaciones a las que nos enfrentamos en este tipo de trabajo. Hemos comprobado que el llamado mantenimiento preventivo nos puede ayudar y que una buena planificación es esencial. Pero de nada nos va a servir si no llevamos a cabo un control de nuestra red de saneamiento, con la periodicidad adecuada y contando con especialistas en caso necesario.
Para proceder a inspeccionar las redes de saneamiento, podemos hacerlo de forma ocular o con el uso de cámaras de TV, en lugares de difícil acceso. Además, en caso necesario se deben llevar a cabo análisis cuantitativos, como el de hermeticidad, perfiles o idoneidad de la ubicación.
Todo ello nos ayudará a plantear nuestras estrategias de mantenimiento, que tendrán en cuenta aspectos como la cantidad de tuberías, la situación de los desagües, condiciones del suelo y otros factores relacionados. Así, los expertos podrán recomendar la periodicidad adecuada, en función de las diversas variables que influyen en el estado de las tuberías.
Buscar y comparar
Una vez tenemos claro qué, cómo, dónde y cuándo hacer nuestro mantenimiento preventivo y los pertinentes controles de nuestras redes de saneamiento, llega el momento de presupuestarlo todo. Para eso, no va a ser la ingeniería, sino la contabilidad la que nos va a ayudar. Debemos cuantificar los costes de nuestras actuaciones y las posibles incidencias debidas a averías. Un buen presupuesto debe incluir todos los detalles necesarios, entre ellos los siguientes:
Debemos calcular el coste de todos los materiales y tiempos aproximados que vamos a necesitar y, por supuesto, conocer las tarifas de los servicios que externalicemos. Hay que buscar y comparar especialistas en saneamiento de aguas, que cuenten con la tecnología necesaria, por supuesto, como pueden ser las cámaras de TV o los robots fresadores y solicitar un presupuesto para incluirlo en el nuestro de costes. Esta parte de nuestro trabajo como jefes de mantenimiento, quizá sea la más tediosa para algunos, pero es imprescindible.
En definitiva, preocuparse es innato e inevitable en el ser humano, pero podemos conseguir minimizar nuestro estrés si planificamos correctamente. Como hemos visto, lo esencial es un mantenimiento preventivo, con un control adecuado y un presupuesto lo más completo posible. Asesorarnos por profesionales siempre es de gran ayuda y sobre todo, cuantificarlo todo.
Las redes de saneamiento siempre van a causar problemas, sobre todo debido al paso del tiempo. Estas cinco claves que hoy mostramos puede ayudarnos a que estos no se conviertan en averías costosas y de difícil solución.