Rascacielos, catedrales, museos, plazas… Muchos son los edificios que nunca nos cansamos de contemplar en nuestras ciudades, pero, ¿te has planteado alguna vez que debajo de ellas también existen unas estructuras igual de importantes y totalmente necesarias para la población?
Subsuelos del pasado
No fue hasta mediados del siglo XIX y principios del siglo XX que se empezó a dar la importancia que merecía el mundo subterráneo de las grandes ciudades. Aunque muchos afirman que Londres posee la red de metro más antigua del mundo, Nueva York ya empezó a construir sus primer túneles casi 20 años antes. Además de los 1.600 km de metro, 10.300 km de alcantarillado y más de una docena de túneles formaban el gran laberinto de calles subterráneas. Bares clandestinos, túneles de contrabandistas, búnkeres o bibliotecas ocultas son algunos de los usos que han tenido los subsuelos de las ciudades más importantes a lo largo de la historia.
La Barcelona oculta
Aunque parezca mentira, no ha sido hasta ahora que se dispone de un plano completo del subsuelo del conjunto urbano de Barcelona. Y todo gracias a Rosina Vinyes, una estudiante de Urbanismo de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), quien llevó a cabo una profunda investigación para su tesis doctoral durante siete años.
En su inédito estudio, la primera conclusión de Vinyes es que «el subsuelo de Barcelona no tiene mucho que ver con la superficie y cada vez está más ocupado«. Además, la arquitecta define algunos de los puntos más importantes de la ciudad -como por ejemplo, Plaza Cataluña- como «un caos«, en los cuales no ha habido ningún proyecto urbanístico y donde la falta de transpiración supone «un peligro medioambiental al que habrá que buscar una solución».
Entre otras curiosidades, la investigación nos ha permitido descubrir cosas como la peculiaridad del edificio del número 88-94 de la Rambla, que alcanza once plantas en el subsuelo, cuando lo más habitual es que se adentren uno o dos pisos bajo rasante; o bien conocer la gran desigualdad de superficies, que van desde los cinco a los 30.000 metros cúbicos, como la depuradora bajo el Fòrum.
Tal y como indica la investigadora, «el uso del subsuelo en las grandes ciudades es determinante para su funcionamiento», pero la cada vez mayor ocupación hace imprescindible «coordinar anticipadamente el uso» ya que en un futuro «cada vez habrá más actividad humana bajo tierra«.
Vida bajo tierra
Y es cierto. A medida que pasan los años, son cada vez más las ciudades que aprovechan su suelo subterráneo para crear auténticas infraestructuras. Es el caso de Helsinki y su gran piscina subterránea en Itäkeskus, o el primer parque subterráneo del mundo «Delancey Underground» -comunmente llamado «Low Line»- en Manhattan, con una preciosa luz natural mediante claraboyas de placas solares y cable de fibra óptica, y todavía en construcción. Otras ciudades como Londres, han dado una nueva utilidad a antiguos espacios abandonados como los refugios antibombas. En este caso, Growing Underground ha llevado a cabo un proyecto que ha convertido estos lugares en plantaciones de cultivos hidropónicos. ¿Cómo? Todo gracias a agua fortificado con minerales y luz led.
Así pues, podemos ver que el mundo subterráneo va mucho más allá de canalizaciones, tuberías y alcantarillado. Cada vez conocemos mejor su propia vida y cada vez nos veremos más obligados a organizarla y aprovecharla en el futuro.